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Columna de opinión por Eduardo Schott, investigador SERC Chile y académico UC.

Eduardo.Schott
Javiera Fortune

9 de junio de 2025

​El auge de la energía solar ha sido clave en la transformación energética de Chile, pero junto a este importante avance, existe un riesgo de convertirnos en un cementerio de paneles fotovoltaicos. La contaminación derivada del desecho de paneles solares es un desafío emergente en Chile, dado el aumento exponencial de su uso en proyectos fotovoltaicos, especialmente en el norte del país, donde contamos con la radiación solar más potente a nivel mundial. 

 Con más de 12,5 millones de módulos instalados y una proyección que anticipa 500 mil toneladas de desechos para 2030, con un peak de 120 mil toneladas en 2046, según cifras del informe de RIGK e In-Data, la acumulación de residuos en el norte del país amenaza con transformar el desierto en un basural de alta tecnología. Este desafío, que combina innovación, sostenibilidad y responsabilidad, es una oportunidad para que la academia, la industria y el Estado colaboren en soluciones que cierren el ciclo de vida de la tecnología solar, evitando que un proyecto verde se vuelva un problema medioambiental.

​Los paneles tienen una vida útil de que rodea los 30 años, y en su composición contienen materiales como silicio, aluminio, vidrio y metales pesados, tales como plomo, cadmio, telurio, que, si no se gestionan adecuadamente, pueden liberar sustancias tóxicas al suelo y agua, afectando ecosistemas y salud humana. La acumulación de estos residuos, especialmente en el desierto de Atacama, representa un riesgo ambiental, ya que no se conoce completamente su degradación natural. 

 Actualmente, Chile enfrenta limitaciones significativas en la gestión de estos residuos debido a la ausencia de una infraestructura robusta de reciclaje. Los paneles desechados a menudo terminan en vertederos o áreas desérticas. En otros países estos desechos son clasificados como desechos peligrosos. La Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), promulgada en 2016, busca abordar este problema al incluir los paneles solares como productos prioritarios, exigiendo a productores e importadores responsabilidad en la gestión de residuos. Sin embargo, la normativa actual no especifica claramente las acciones de reciclaje o disposición final, dejando la responsabilidad a iniciativas individuales de las empresas, lo que limita su efectividad. Así, es necesario incentivar el proceso de reciclaje de estas tecnologías que están inundando grandes espacios en nuestro desierto.

​Pese a estas carencias, se están implementando iniciativas para mitigar el impacto ambiental. Algunas propuestas promueven una economía circular, como la “minería urbana”, que busca recuperar materiales valiosos (silicio, aluminio, cobre) de los paneles desechados, con un potencial de generar beneficios económicos de hasta US$29 millones y 6.700 empleos en los primeros años. Además, se están explorando opciones de reutilización de paneles aún funcionales en aplicaciones de menor escala, como alumbrado público o viviendas, aunque la fragilidad de las celdas fotovoltaicas limita esta práctica. Empresas y asociaciones están comenzando a desarrollar procesos de reciclaje que incluyen desmontaje, separación de componentes y tratamiento de materiales tóxicos, pero aún no existen plantas de reciclaje a gran escala en nuestro país. El desarrollo de estas capacidades requiere una colaboración público-privada efectiva, donde el Estado lidere con políticas claras, las empresas inviertan en tecnología, y las universidades aporten conocimiento de frontera. 

 Para fortalecer la gestión de residuos fotovoltaicos, Chile necesita avanzar en políticas públicas más específicas y en la creación de infraestructura especializada. El Ministerio de Medio Ambiente está trabajando en un reglamento para regular el manejo de residuos electrónicos, incluyendo paneles solares, en el marco de la Ley REP, con discusiones previstas para establecer metas de valorización. Sin embargo, aún no es suficiente. Diseñar paneles más reciclables desde su origen es un desafío técnico y ético que debe ser abordado desde la academia y la industria, pensando en una transición justa que no deje pasivos ambientales. 

 Mientras tanto, la educación y concienciación pública sobre la importancia de elegir fabricantes con programas de reciclaje son cruciales para minimizar el impacto ambiental y aprovechar las oportunidades económicas de una gestión sostenible de los desechos solares.

​Columna de opinión por Eduardo Schott, investigador SERC Chile y académico UC.

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Eduardo.Schott
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