Cada año, toneladas de medicamentos vencidos o en desuso terminan en basureros comunes, desagües o simplemente acumulados en cajones de nuestras casas. Aunque parezca una acción inofensiva, esta práctica representa un riesgo real y creciente para la salud pública y el medio ambiente. En el contexto del Día Mundial de la Tierra, es urgente que tomemos conciencia del impacto que generan los residuos farmacéuticos mal gestionados: contaminación del agua, alteración de ecosistemas, exposición accidental de niños o mascotas e incluso el uso indebido de sustancias peligrosas. La eliminación irresponsable de antibióticos, por ejemplo, puede contribuir al grave problema de la resistencia bacteriana, mientras que el descarte de opioides o sedantes plantea riesgos de abuso y adicción. Lamentablemente, en Chile el acceso a programas de devolución de medicamentos sigue siendo limitado. Aunque existen iniciativas valiosas —como los puntos “Desecha Seguro” de algunas farmacias o los “Puntos Celestes” impulsados por municipios— aún falta una política nacional sólida, accesible y ampliamente difundida. En este escenario, desde Grupo Ahona hemos desarrollado el Manual para la Eliminación Segura de Medicamentos No Utilizados, una guía práctica que busca cerrar esta brecha de conocimiento y empoderar a la ciudadanía con herramientas claras y alineadas con estándares internacionales. Nuestro objetivo es simple: prevenir daños y proteger lo que más importa, desde nuestros hogares hasta nuestros recursos naturales. La solución necesita de voluntad colectiva. Requiere de políticas públicas que fomenten más programas de recolección, que las farmacias se sumen activamente, y que las familias incorporen esta práctica como parte del autocuidado cotidiano. Porque eliminar medicamentos correctamente no es solo una cuestión de orden, sino de responsabilidad ambiental y sanitaria. Y hoy, más que nunca, el planeta nos está pidiendo que actuemos.
La contaminación acústica en Antofagasta no es solo un problema ambiental; es una barrera que afecta la calidad de vida de todos, pero especialmente de las personas dentro del espectro autista. Para ellas, el ruido excesivo no es solo una molestia, sino una fuente de estrés y sobrecarga sensorial que dificulta su día a día. Sin embargo, ¿qué estamos haciendo para construir una ciudad más silenciosa e inclusiva? El transporte público es uno de los mayores generadores de ruido en nuestra ciudad. No solo afecta al exterior con sus motores y frenadas estridentes, sino también al interior, donde los niveles de ruido son abrumadores para todos, pero especialmente para las personas con hipersensibilidad auditiva. Esto convierte a los buses en un medio de transporte poco amigable, especialmente para quienes necesitan un ambiente más tranquilo. Afortunadamente, hay avances: la incorporación de buses eléctricos a la flota es un paso importante hacia un transporte más silencioso y sostenible. Pero aún queda mucho por hacer. Es necesario que toda la flota de transporte público de la ciudad y la región pase a la electromovilidad, al fin y al cabo, somos la región donde se extraen los materiales para las baterías que impulsan este tipo de vehículos. Otro ejemplo claro es el paseo del borde costero, un espacio que debería ser un lugar de esparcimiento y conexión con el mar. Sin embargo, la presencia constante de camiones de alto tonelaje, que pueden alcanzar hasta 110 decibeles al frenar, lo convierte en un espacio hostil. ¿Cómo podemos esperar que la costanera sea un lugar amigable si no abordamos este problema de raíz? En el ámbito educacional, la situación no es mejor. Las salas de clases y los establecimientos educativos no están adecuadamente ambientados para generar un ambiente calmo, esencial para la enseñanza y el aprendizaje. El tiempo de reverberación en las aulas suele superar los 1,5 segundos, cuando lo óptimo ronda los 0,5 segundos. Esto no solo afecta a los estudiantes dentro del espectro autista, sino a todos, incluyendo a los profesores, dificultando la entrega de información, la concentración y el rendimiento académico. Sin embargo, hay esperanza. Iniciativas como las impulsadas por la Fundación Minera Escondida y CREO Antofagasta en el Complejo Educativo Juan José Latorre de Mejillones y en la Escuela República de Estados Unidos han demostrado que es posible mejorar estos espacios. En esta última, por ejemplo, se rediseñaron las áreas de esparcimiento para hacerlas más inclusivas, incorporando juegos y áreas verdes que benefician a toda la comunidad escolar. Estos proyectos son un ejemplo de cómo, con voluntad y colaboración, podemos transformar nuestros espacios en lugares más amigables y accesibles para todos. Pero no podemos detenernos aquí. Es urgente que nuestras autoridades empujen y apoyen iniciativas que promuevan una ciudad más silenciosa. Parques, paseos, calles, plazas, escuelas, liceos, colegios y hospitales deben ser diseñados pensando en las necesidades de todos, incluyendo a las personas dentro del espectro autista. Antofagasta tiene la oportunidad de convertirse en un referente de inclusión y sostenibilidad. Para lograrlo, no necesitamos palabras que con el ruido de nuestra ciudad ni se escuchan; necesitamos acciones concretas. Cada paso que demos hacia una ciudad más silenciosa y accesible no solo mejorará la vida de las personas dentro del espectro autista, sino que también nos acercará a una sociedad más consciente, respetuosa y empática. Al parecer como la contaminación acústica en nuestra ciudad es tal, que todas nuestras autoridades que son Alcalde, Gobernador, Senadores, Diputados, Concejales Municipales y Regionales ya quedaron sordos... ¿o solo se estarán haciendo los sordos? Pareciera que no sienten la necesidad de erradicar este grave contaminante y enemigo de todos.
En estos días, a raíz de las voces de distintos expertos en el marco del Día Mundial del Agua, no podemos dejar de destacar el rol que cumplen los glaciares, como reservas fundamentales de agua para el planeta, y la necesidad urgente de su protección. Nuestro país alberga el 76% de los glaciares de Latinoamérica, constituyendo reservas estratégicas de agua y actuando como indicadores del cambio climático. El calentamiento global ha acelerado el derretimiento de los glaciares en todo el mundo. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), desde el año 2000, los glaciares han perdido un promedio de 273.000 millones de toneladas anuales, con una aceleración notable en la última década. Estos gigantes de hielo no solo son fundamentales para el equilibrio de nuestros ecosistemas, sino que también garantizan el suministro de agua potable, sustentan la agricultura y mantienen la biodiversidad. Su acelerado derretimiento, con tendencia a su desaparición, amenaza la seguridad hídrica de millones de personas y podría provocar desastres naturales como deslizamientos de tierra y avalanchas. Chile ha avanzado en la creación de políticas para la protección y conservación de glaciares, reconociendo su valor estratégico. Sin embargo, es crucial fortalecer y aplicar efectivamente estas normativas, asegurando que se priorice la conservación de estos ecosistemas frente a actividades que puedan comprometer su integridad. Para enfrentar esta realidad, es esencial implementar sistemas de monitoreo efectivosque permitan comprender y mitigar el retroceso glaciar. Actualmente, la Dirección Generalde Aguas (DGA) del MOP, de Chile administra una red de 96 estaciones de monitoreo de glaciares. Con una inversión histórica anunciada recientemente, se proyecta aumentaresta red en un 68% para el año 2030, sumando 65 nuevas estaciones. Otros países también han avanzado en la implementación de estaciones de monitoreo glaciar. Bolivia, por ejemplo, ha instalado sensores automáticos en las cuencas glaciar es para elaborar modelos hidrológicos y calcular el balance de masa de cada glaciar. Perú,por su parte, ha inaugurado el primer Centro de Monitoreo de Glaciares y Ecosistemas de Montaña en Huancayo, en la región de Junín, con el objetivo de generar evidencias sobre el impacto del cambio climático en estos ecosistemas. La comunidad internacional ha reconocido la gravedad de la situación. La ONU ha declarado 2025 como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares, buscando sensibilizar sobre el peligro que conlleva su desaparición y la necesidad de promover acciones para su protección. Desde Pacto Global, felicitamos a los científicos que trabajan en su estudio y conservación, y hacemos un llamado a todos los sectores de la sociedad chilena a apoyarlos esfuerzos en la protección de nuestros glaciares. Su conservación es esencial paragarantizar un futuro sostenible, preservar nuestra biodiversidad y asegurar el bienestar delas generaciones venideras.
La Región de Coquimbo, con su riqueza natural, cultural y astronómica, es un pilar del turismo chileno. Sin embargo, el crecimiento del sector enfrenta desafíos como la presión sobre los recursos naturales y las desigualdades en la distribución de beneficios. La integración de tecnología con un enfoque sostenible emerge como una solución clave, siempre que exista una colaboración efectiva entre sectores público, privado y académico. A nivel global, la tecnología es un aliado estratégico del turismo sostenible. Herramientas digitales, sistemas de monitoreo y soluciones energéticas innovadoras permiten mejorar la experiencia turística mientras protegen el medio ambiente y fortalecen a las comunidades locales. En la Región de Coquimbo, estas tecnologías, adaptadas a las particularidades regionales, pueden marcar la diferencia entre un turismo extractivo y uno responsable. Por ejemplo, la implementación de sistemas digitales para monitorear en tiempo real el flujo de visitantes en sitios como el Valle de Elqui o la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt mitigaría el impacto ambiental y mejoraría la experiencia turística. Además, tecnologías como la realidad aumentada pueden enriquecer la interpretación cultural en lugares como el Valle del Encanto, preservando su integridad física. El éxito de estas iniciativas requiere la colaboración activa entre universidades, gobiernos locales, empresas y comunidades. Las universidades deben liderar investigaciones, desarrollar tecnologías innovadoras y formar profesionales conscientes de la sostenibilidad. El sector privado, por su parte, debe invertir en tecnología, impulsar emprendimientos y adoptar prácticas responsables, mientras que el sector público debe garantizar un marco normativo adecuado y promover proyectos sostenibles mediante financiamiento y políticas públicas. Un ejemplo internacional inspirador es Costa Rica, donde la sinergia entre universidades, gobierno y empresas ha consolidado un modelo de turismo sostenible reconocido globalmente. La Región de Coquimbo tiene el potencial de adaptar este modelo a su realidad, aprovechando su talento humano y recursos únicos. Proyectos concretos como sistemas de energía limpia para alojamientos turísticos, vehículos eléctricos en áreas protegidas o plataformas digitales que conecten a turistas con emprendedores locales pueden generar un impacto positivo y duradero. Una plataforma que vincule a artesanos, guías turísticos y pequeños productores con visitantes interesados en experiencias auténticas fortalecería la economía local y promovería una distribución equitativa de los beneficios del turismo. El turismo sostenible no solo protege los recursos naturales, sino que impulsa el desarrollo económico y social de las comunidades. En la Región de Coquimbo, donde el turismo es un motor clave, avanzar hacia un modelo sostenible consolidará la región como un destino competitivo, inclusivo y responsable. Lograrlo exige una visión compartida y planificación estratégica. Universidades, gobiernos locales y empresas deben entender que la sostenibilidad es tanto un deber ético como una oportunidad de negocio en un mercado cada vez más consciente. Con un esfuerzo multisectorial, la Región de Coquimbo puede convertirse en un referente nacional e internacional de turismo sostenible.
Cada 5 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Eficiencia Energética, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de optimizar el uso de la energía en todos los sectores productivos. En el caso de la minería, la eficiencia energética no es solo una opción, sino que una necesidad estratégica para garantizar la sostenibilidad de una industria que cumple un rol estratégico para la lucha contra el cambio climático. La Agencia Internacional de Energía (IEA) ha sido clara: para alcanzar los compromisos climáticos globales, debemos apostar por la eficiencia energética y las energías renovables. Desde Minnovex, vemos que la minería enfrenta un doble desafío: aumentar su producción de minerales críticos para la transición energética y, al mismo tiempo, reducir su huella de carbono. La digitalización, la analítica avanzada y la inteligencia artificial juegan un rol clave en la optimización del consumo energético, pieza fundamental para mejorar el desempeño ambiental de la industria. Siendo la minería del cobre en Chile responsable de aproximadamente un tercio del consumo de energía eléctrica del país, debemos avanzar en soluciones que permitan una gestión más eficiente. De acuerdo a datos de Cochilco, se proyecta que el consumo energético del sector crezca un 31,4% entre 2023 y 2034, superando el aumento esperado en la producción de cobre, que será del 20,7% en el mismo periodo. Este desbalance refleja la necesidad urgente de optimizar el uso de la energía de la mano de la innovación tecnológica, para evitar una escalada en los costos operacionales y en las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, todas las grandes compañías mineras (y varias de mediana minería) están afectas a la Ley de Eficiencia Energética, que ha implicado la implementación de sistemas de gestión de la energía en los últimos años, y que han demostrado ser herramientas clave para avanzar en eficiencia de manera sistemática en distintos sectores industriales, y alrededor del mundo. Sin embargo, el sector minero local aún está en este proceso. Sin una estructura formal de gestión, muchas iniciativas terminan desestimadas al no ser evaluadas correctamente, careciendo de medición y comunicación de resultados, o al no estar alineadas con los objetivos estratégicos de la empresa, se impide su continuidad en el tiempo. De lograr una buena implementación, las compañías podrían reducir su consumo energético entre un 15% y un 20%, lo que impacta directamente en sus costos de operación. La minería está en un punto de inflexión. La eficiencia energética no solo es una medida para reducir costos, sino una oportunidad para que la industria lidere la transición hacia una minería sostenible y competitiva. Sin embargo, para lograrlo, es fundamental que las compañías mineras abran sus puertas a expertos externos, como startups, consultores especializados y centros de investigación, quienes pueden aportar una mirada fresca y soluciones innovadoras, y no partir desde el supuesto de que no existen espacios de mejora tanto de sus procesos y equipos ya que conocen mejor que nadie el funcionamiento de estos. La realidad ha demostrado todo lo contrario, y la colaboración con actores externos ha permitido identificar oportunidades inesperadas de optimización y eficiencia. Este Día Mundial de la Eficiencia Energética nos recuerda que el camino hacia una minería más sostenible depende de cómo gestionemos nuestros recursos energéticos hoy. Es momento de actuar con determinación y apostar por la eficiencia como un eje central del desarrollo minero.
Cada año, toneladas de medicamentos vencidos o en desuso terminan en basureros comunes, desagües o simplemente acumulados en cajones de nuestras casas. Aunque parezca una acción inofensiva, esta práctica representa un riesgo real y creciente para la salud pública y el medio ambiente. En el contexto del Día Mundial de la Tierra, es urgente que tomemos conciencia del impacto que generan los residuos farmacéuticos mal gestionados: contaminación del agua, alteración de ecosistemas, exposición accidental de niños o mascotas e incluso el uso indebido de sustancias peligrosas. La eliminación irresponsable de antibióticos, por ejemplo, puede contribuir al grave problema de la resistencia bacteriana, mientras que el descarte de opioides o sedantes plantea riesgos de abuso y adicción. Lamentablemente, en Chile el acceso a programas de devolución de medicamentos sigue siendo limitado. Aunque existen iniciativas valiosas —como los puntos “Desecha Seguro” de algunas farmacias o los “Puntos Celestes” impulsados por municipios— aún falta una política nacional sólida, accesible y ampliamente difundida. En este escenario, desde Grupo Ahona hemos desarrollado el Manual para la Eliminación Segura de Medicamentos No Utilizados, una guía práctica que busca cerrar esta brecha de conocimiento y empoderar a la ciudadanía con herramientas claras y alineadas con estándares internacionales. Nuestro objetivo es simple: prevenir daños y proteger lo que más importa, desde nuestros hogares hasta nuestros recursos naturales. La solución necesita de voluntad colectiva. Requiere de políticas públicas que fomenten más programas de recolección, que las farmacias se sumen activamente, y que las familias incorporen esta práctica como parte del autocuidado cotidiano. Porque eliminar medicamentos correctamente no es solo una cuestión de orden, sino de responsabilidad ambiental y sanitaria. Y hoy, más que nunca, el planeta nos está pidiendo que actuemos.
La contaminación acústica en Antofagasta no es solo un problema ambiental; es una barrera que afecta la calidad de vida de todos, pero especialmente de las personas dentro del espectro autista. Para ellas, el ruido excesivo no es solo una molestia, sino una fuente de estrés y sobrecarga sensorial que dificulta su día a día. Sin embargo, ¿qué estamos haciendo para construir una ciudad más silenciosa e inclusiva? El transporte público es uno de los mayores generadores de ruido en nuestra ciudad. No solo afecta al exterior con sus motores y frenadas estridentes, sino también al interior, donde los niveles de ruido son abrumadores para todos, pero especialmente para las personas con hipersensibilidad auditiva. Esto convierte a los buses en un medio de transporte poco amigable, especialmente para quienes necesitan un ambiente más tranquilo. Afortunadamente, hay avances: la incorporación de buses eléctricos a la flota es un paso importante hacia un transporte más silencioso y sostenible. Pero aún queda mucho por hacer. Es necesario que toda la flota de transporte público de la ciudad y la región pase a la electromovilidad, al fin y al cabo, somos la región donde se extraen los materiales para las baterías que impulsan este tipo de vehículos. Otro ejemplo claro es el paseo del borde costero, un espacio que debería ser un lugar de esparcimiento y conexión con el mar. Sin embargo, la presencia constante de camiones de alto tonelaje, que pueden alcanzar hasta 110 decibeles al frenar, lo convierte en un espacio hostil. ¿Cómo podemos esperar que la costanera sea un lugar amigable si no abordamos este problema de raíz? En el ámbito educacional, la situación no es mejor. Las salas de clases y los establecimientos educativos no están adecuadamente ambientados para generar un ambiente calmo, esencial para la enseñanza y el aprendizaje. El tiempo de reverberación en las aulas suele superar los 1,5 segundos, cuando lo óptimo ronda los 0,5 segundos. Esto no solo afecta a los estudiantes dentro del espectro autista, sino a todos, incluyendo a los profesores, dificultando la entrega de información, la concentración y el rendimiento académico. Sin embargo, hay esperanza. Iniciativas como las impulsadas por la Fundación Minera Escondida y CREO Antofagasta en el Complejo Educativo Juan José Latorre de Mejillones y en la Escuela República de Estados Unidos han demostrado que es posible mejorar estos espacios. En esta última, por ejemplo, se rediseñaron las áreas de esparcimiento para hacerlas más inclusivas, incorporando juegos y áreas verdes que benefician a toda la comunidad escolar. Estos proyectos son un ejemplo de cómo, con voluntad y colaboración, podemos transformar nuestros espacios en lugares más amigables y accesibles para todos. Pero no podemos detenernos aquí. Es urgente que nuestras autoridades empujen y apoyen iniciativas que promuevan una ciudad más silenciosa. Parques, paseos, calles, plazas, escuelas, liceos, colegios y hospitales deben ser diseñados pensando en las necesidades de todos, incluyendo a las personas dentro del espectro autista. Antofagasta tiene la oportunidad de convertirse en un referente de inclusión y sostenibilidad. Para lograrlo, no necesitamos palabras que con el ruido de nuestra ciudad ni se escuchan; necesitamos acciones concretas. Cada paso que demos hacia una ciudad más silenciosa y accesible no solo mejorará la vida de las personas dentro del espectro autista, sino que también nos acercará a una sociedad más consciente, respetuosa y empática. Al parecer como la contaminación acústica en nuestra ciudad es tal, que todas nuestras autoridades que son Alcalde, Gobernador, Senadores, Diputados, Concejales Municipales y Regionales ya quedaron sordos... ¿o solo se estarán haciendo los sordos? Pareciera que no sienten la necesidad de erradicar este grave contaminante y enemigo de todos.
En estos días, a raíz de las voces de distintos expertos en el marco del Día Mundial del Agua, no podemos dejar de destacar el rol que cumplen los glaciares, como reservas fundamentales de agua para el planeta, y la necesidad urgente de su protección. Nuestro país alberga el 76% de los glaciares de Latinoamérica, constituyendo reservas estratégicas de agua y actuando como indicadores del cambio climático. El calentamiento global ha acelerado el derretimiento de los glaciares en todo el mundo. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), desde el año 2000, los glaciares han perdido un promedio de 273.000 millones de toneladas anuales, con una aceleración notable en la última década. Estos gigantes de hielo no solo son fundamentales para el equilibrio de nuestros ecosistemas, sino que también garantizan el suministro de agua potable, sustentan la agricultura y mantienen la biodiversidad. Su acelerado derretimiento, con tendencia a su desaparición, amenaza la seguridad hídrica de millones de personas y podría provocar desastres naturales como deslizamientos de tierra y avalanchas. Chile ha avanzado en la creación de políticas para la protección y conservación de glaciares, reconociendo su valor estratégico. Sin embargo, es crucial fortalecer y aplicar efectivamente estas normativas, asegurando que se priorice la conservación de estos ecosistemas frente a actividades que puedan comprometer su integridad. Para enfrentar esta realidad, es esencial implementar sistemas de monitoreo efectivosque permitan comprender y mitigar el retroceso glaciar. Actualmente, la Dirección Generalde Aguas (DGA) del MOP, de Chile administra una red de 96 estaciones de monitoreo de glaciares. Con una inversión histórica anunciada recientemente, se proyecta aumentaresta red en un 68% para el año 2030, sumando 65 nuevas estaciones. Otros países también han avanzado en la implementación de estaciones de monitoreo glaciar. Bolivia, por ejemplo, ha instalado sensores automáticos en las cuencas glaciar es para elaborar modelos hidrológicos y calcular el balance de masa de cada glaciar. Perú,por su parte, ha inaugurado el primer Centro de Monitoreo de Glaciares y Ecosistemas de Montaña en Huancayo, en la región de Junín, con el objetivo de generar evidencias sobre el impacto del cambio climático en estos ecosistemas. La comunidad internacional ha reconocido la gravedad de la situación. La ONU ha declarado 2025 como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares, buscando sensibilizar sobre el peligro que conlleva su desaparición y la necesidad de promover acciones para su protección. Desde Pacto Global, felicitamos a los científicos que trabajan en su estudio y conservación, y hacemos un llamado a todos los sectores de la sociedad chilena a apoyarlos esfuerzos en la protección de nuestros glaciares. Su conservación es esencial paragarantizar un futuro sostenible, preservar nuestra biodiversidad y asegurar el bienestar delas generaciones venideras.
La Región de Coquimbo, con su riqueza natural, cultural y astronómica, es un pilar del turismo chileno. Sin embargo, el crecimiento del sector enfrenta desafíos como la presión sobre los recursos naturales y las desigualdades en la distribución de beneficios. La integración de tecnología con un enfoque sostenible emerge como una solución clave, siempre que exista una colaboración efectiva entre sectores público, privado y académico. A nivel global, la tecnología es un aliado estratégico del turismo sostenible. Herramientas digitales, sistemas de monitoreo y soluciones energéticas innovadoras permiten mejorar la experiencia turística mientras protegen el medio ambiente y fortalecen a las comunidades locales. En la Región de Coquimbo, estas tecnologías, adaptadas a las particularidades regionales, pueden marcar la diferencia entre un turismo extractivo y uno responsable. Por ejemplo, la implementación de sistemas digitales para monitorear en tiempo real el flujo de visitantes en sitios como el Valle de Elqui o la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt mitigaría el impacto ambiental y mejoraría la experiencia turística. Además, tecnologías como la realidad aumentada pueden enriquecer la interpretación cultural en lugares como el Valle del Encanto, preservando su integridad física. El éxito de estas iniciativas requiere la colaboración activa entre universidades, gobiernos locales, empresas y comunidades. Las universidades deben liderar investigaciones, desarrollar tecnologías innovadoras y formar profesionales conscientes de la sostenibilidad. El sector privado, por su parte, debe invertir en tecnología, impulsar emprendimientos y adoptar prácticas responsables, mientras que el sector público debe garantizar un marco normativo adecuado y promover proyectos sostenibles mediante financiamiento y políticas públicas. Un ejemplo internacional inspirador es Costa Rica, donde la sinergia entre universidades, gobierno y empresas ha consolidado un modelo de turismo sostenible reconocido globalmente. La Región de Coquimbo tiene el potencial de adaptar este modelo a su realidad, aprovechando su talento humano y recursos únicos. Proyectos concretos como sistemas de energía limpia para alojamientos turísticos, vehículos eléctricos en áreas protegidas o plataformas digitales que conecten a turistas con emprendedores locales pueden generar un impacto positivo y duradero. Una plataforma que vincule a artesanos, guías turísticos y pequeños productores con visitantes interesados en experiencias auténticas fortalecería la economía local y promovería una distribución equitativa de los beneficios del turismo. El turismo sostenible no solo protege los recursos naturales, sino que impulsa el desarrollo económico y social de las comunidades. En la Región de Coquimbo, donde el turismo es un motor clave, avanzar hacia un modelo sostenible consolidará la región como un destino competitivo, inclusivo y responsable. Lograrlo exige una visión compartida y planificación estratégica. Universidades, gobiernos locales y empresas deben entender que la sostenibilidad es tanto un deber ético como una oportunidad de negocio en un mercado cada vez más consciente. Con un esfuerzo multisectorial, la Región de Coquimbo puede convertirse en un referente nacional e internacional de turismo sostenible.
Cada 5 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Eficiencia Energética, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de optimizar el uso de la energía en todos los sectores productivos. En el caso de la minería, la eficiencia energética no es solo una opción, sino que una necesidad estratégica para garantizar la sostenibilidad de una industria que cumple un rol estratégico para la lucha contra el cambio climático. La Agencia Internacional de Energía (IEA) ha sido clara: para alcanzar los compromisos climáticos globales, debemos apostar por la eficiencia energética y las energías renovables. Desde Minnovex, vemos que la minería enfrenta un doble desafío: aumentar su producción de minerales críticos para la transición energética y, al mismo tiempo, reducir su huella de carbono. La digitalización, la analítica avanzada y la inteligencia artificial juegan un rol clave en la optimización del consumo energético, pieza fundamental para mejorar el desempeño ambiental de la industria. Siendo la minería del cobre en Chile responsable de aproximadamente un tercio del consumo de energía eléctrica del país, debemos avanzar en soluciones que permitan una gestión más eficiente. De acuerdo a datos de Cochilco, se proyecta que el consumo energético del sector crezca un 31,4% entre 2023 y 2034, superando el aumento esperado en la producción de cobre, que será del 20,7% en el mismo periodo. Este desbalance refleja la necesidad urgente de optimizar el uso de la energía de la mano de la innovación tecnológica, para evitar una escalada en los costos operacionales y en las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, todas las grandes compañías mineras (y varias de mediana minería) están afectas a la Ley de Eficiencia Energética, que ha implicado la implementación de sistemas de gestión de la energía en los últimos años, y que han demostrado ser herramientas clave para avanzar en eficiencia de manera sistemática en distintos sectores industriales, y alrededor del mundo. Sin embargo, el sector minero local aún está en este proceso. Sin una estructura formal de gestión, muchas iniciativas terminan desestimadas al no ser evaluadas correctamente, careciendo de medición y comunicación de resultados, o al no estar alineadas con los objetivos estratégicos de la empresa, se impide su continuidad en el tiempo. De lograr una buena implementación, las compañías podrían reducir su consumo energético entre un 15% y un 20%, lo que impacta directamente en sus costos de operación. La minería está en un punto de inflexión. La eficiencia energética no solo es una medida para reducir costos, sino una oportunidad para que la industria lidere la transición hacia una minería sostenible y competitiva. Sin embargo, para lograrlo, es fundamental que las compañías mineras abran sus puertas a expertos externos, como startups, consultores especializados y centros de investigación, quienes pueden aportar una mirada fresca y soluciones innovadoras, y no partir desde el supuesto de que no existen espacios de mejora tanto de sus procesos y equipos ya que conocen mejor que nadie el funcionamiento de estos. La realidad ha demostrado todo lo contrario, y la colaboración con actores externos ha permitido identificar oportunidades inesperadas de optimización y eficiencia. Este Día Mundial de la Eficiencia Energética nos recuerda que el camino hacia una minería más sostenible depende de cómo gestionemos nuestros recursos energéticos hoy. Es momento de actuar con determinación y apostar por la eficiencia como un eje central del desarrollo minero.